viernes, 18 de marzo de 2011

Hoy todo va más rápido...


El viernes no es un día como cualquier otro. Es efímero, fugaz. La felicidad del fin de semana empezando a las 8:30 de la mañana, como si fuese tan sólo otro día más.

¡Típico del viernes! Llegamos temprano a clases, se suspenden módulos, dejamos el desayuno para más tarde, y gozamos de la noche como si fuese la última de nuestras vidas.
Hay veces en que uno se levanta malhumorado, pero bendito viernes nos saca de lugar, nos vuelve locos, nos lleva a soñar cosas inimaginables. Ya nada importa: Hoy empieza el receso.
El viernes está más allá de la rutina, el viernes es siempre diferente. Nos sorprende y nos embarga la felicidad. El viernes va más allá del sábado y del domingo. Es el comienzo de algo que desearíamos, no acabara jamás.

Llegamos a casa, felices como cada viernes. Aun hay mucho por hacer, mucho por organizar. Empieza el Facebook, el Messenger, las llamadas constantes… Todos los viernes hay un evento al que nadie debe faltar. Será inolvidable. Será la noticia de toda la semana.


Acompañada de amigos llega la risa, la música, el alcohol y el sofocante olor a cigarros. Todo está en movimiento. Los viernes la hora parece avanzar aun más rápido. Es algo que desea que este maravilloso día no se quede para siempre.


Y entonces de vuelta a la rutina. Comenzará el sábado y el domingo. Pasaremos comentando el viernes pasado, hasta que el nuevo viernes llegue otra vez… Para que la felicidad de la semana empiece a las 8.30 de la mañana, llegando temprano a clases, dejando el desayuno para más tarde, y preparándonos para gozar de la noche como si fuese la última de nuestras vidas: En realidad, es un viernes como cualquier otro.

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