viernes, 29 de mayo de 2015

No es real.

Cierro mis ojos y me invade el deseo, la pasión que siente mi cuerpo. En cada extremidad, en cada poro de mi piel, siento mis latidos, aletargados por la armonía con que me sofocas.
Se vuelve imposible y doloroso. La inseguridad me persigue, acecha, no sólo mi cabeza, también mi corazón. Es un segundo de tranquilidad, en que todo dentro de mí se desmorona, simplemente para volver a empezar.
Intento, con todas mis fuerzas, comprender los motivos. Parece ridículo, y la energía dentro de mí se agota. Exhausta, en un suspiro, finalmente dejo ir todo lo que siento. Por fin, por fin me decido a escribir.
No parece real y suena como a olvido. Cierro mis ojos una vez más y te vuelvo a encontrar ahí. Pero en esa entrega no eres tú... no puedes ser tú.
Te acercas, aferrándote a mi cuerpo como si tu vida dependiera de ello. Me miras, y este sentimiento se cuela hasta tu cabeza. Apoderado de esa fuerza inexistente, guiado tan sólo por el impulso: me abrazas fuerte contra tu cuerpo. Se siente como algo que nunca sentí antes. El roce de tus dedos me entrecorta la respiración, parece que una parte de mí quiere volar.
Dejo ir todo el aire acumulado en mis pulmones, intento susurrar una palabra, pero tus dedos vuelven a jugar en mis hombros, en mi cuello... Permanezco en silencio. Abro los ojos sólo para comprobar si en realidad se trata de ti. De ti, por primera vez.
Siento tu respiración en mi ombligo, en mis caderas. Te transformas en ángel de mis sensaciones, demonio del deseo. Continúa nuestro juego.
Por una vez, disfruto de tu calma, esa tranquilidad que me tiene en éxtasis mientras dibujo mi sentir en tus brazos, en tu espalda... A ti nada te detiene, me recorres con fuerza, con ímpetu, con seguridad. Destapas todo aquello que no conocías, y entonces por fin sí te permites sentir. Como un halo de fantasía, nos desarmamos, caen nuestros miedos: me besas. Besos intensos, sin final.
Seguimos, cada vez estamos más alto. Cuando por fin siento que se desmoronan mis alas, el peso muerto de mi alma, cae, y me empapo de emoción.
Dejo escapar una palabra, y tus ojos absortos me miran. Volveremos a empezar.
En el silencio, en la quietud de todo, en esta incomprensión, me abrazas. Apoyo mi cabeza en tu pecho y finalmente susurro: "te voy a extrañar".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Say what you have to say