No hay destino para nadie. No hay cartas de tarot, futuro predefinido ni predicciones posibles.
Son tantos los caminos, que no hay ninguno en absoluto; son tantas posibilidades que no hay manera de que se encuentre escrito.
Somos los caminantes de esta vida, armando paso a paso aquella ruta que finalmente seguiremos. Queriendo estar seguros de tomar la correcta, y sabiendo que no hay manera de saberlo hasta llegar a conocer sus consecuencias.
El camino lo hacemos en base a nuestras decisiones, las personas que conocemos, lo que pensamos y sentimos. El camino lo hacemos queriendo querer, pero sin querer queriendo...
Lo pasado queda atrás a cada segundo, a cada nuevo paso. Sin darnos cuenta, estamos construyendo y destruyendo caminos, personas y nuevas posibilidades.
En medio de una nueva ruta, queremos, jugamos, sonreímos y lloramos...
Detrás de la huella vamos dejando palabras, corazones rotos, recuerdos y melancolía. Lo que queda atrás se perdió en el segundo que olvidamos decir "Te quiero".
Nuestro camino es único e inigualable, pero al fin y al cabo, para todos es la misma meta. El anhelo de descansar en paz es el motor que da vida a cada uno de nuestros pasos.
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