Es un pecado que cometemos sin temores: mi mirada en la tuya, y somos uno para el otro. Nos acariciamos como si el tiempo fuera eterno en un instante, nos besamos y la realidad resulta absurda. Llegamos, como si fuéramos más allá del cielo... mucho más allá.
No parece suficiente; y entonces continuamos mirándonos,
en la esperanza de encontrar algo más entre nosotros: fantasía.
No quiero dejar de soñar, aunque parezca todo tan lejano e inalcanzable. Me declaro dueña de una verdad absoluta y una realidad que desconozco. Paso, como un haz de luz, entre las sombras, los temores y el pasado. Permanece en mí como un recuerdo, y sin embargo, no queda nada.
Quiero amarrarme a tu cuerpo, sentir la tranquilidad de olvidarlo todo, ser tan sólo polvo... ser.
Quiero aferrarme al deseo, quiero creer que es real, quiero dejar mi alma y nunca mirar atrás.
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