Florecen las rosas, sopla el viento, cantan las aves y juegan los niños: es una realidad de primavera.
Primavera de esperanzas y suicidios, de canto y amoríos. Es primavera, y sucede como si nada... No me he dado cuenta, y de pronto todo está repleto de flores; de alegría e inspiración.
Se siente casi mágico: es la fiesta de la primavera.
En su tranquilidad, y en su ajetreo, siente uno la necesidad de correr, de posponer; de hacer con rapidez, y dejar de lado; de reír y de llorar. Es ambigua y no tiene dueño, aparece como propia y desfallece instantáneamente: como un pétalo que cae empujado por el paso del tiempo.
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