La sensación de abandono, de no poder dormir aunque la luna esté en su punto máximo; de no querer vivir aunque todo fuera de ti brille con intensidad, de no saber expresar la rabia, porque se trata de un mero enojo.
La sensación de que todo va en desorden total: estrés incomprensible.
La tristeza, la sonrisa fingida... La nostalgia de no pertenecer.
Y aunque podamos recordar todo lo que un día deseamos, no es buena idea tener a la memoria tan presente cuando sabes que al corazón le pueden pasar una cuenta millonaria. Entre los recuerdos te das cuenta de que la realidad no es capaz de concretar tus sueños...
¿Sabes?
Tal vez lo único que hace falta es algo de cariño... Una espolvoreada de ese polvo mágico de color rosa, una sonrisa verdadera, una mano que te permita volver a empezar, una mirada que diga "Creo en ti; me tienes a mí".
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