Cierro los ojos y aún te recuerdo como si jamás te hubieras ido... Me aferro con fuerzas a la idea de que estarás. Estarás.
Tus flores de jacarandá me duermen en un ritmo de paz, y sin embargo, de incertidumbre. Me pregunto qué querrás decir... Inquieta; necia yo, de no poder oírte.
Tienes que saberlo: te quiero tanto, tanto, tanto, tanto... Y prometo que no es una exageración.
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