- ¿Quieres escribir?
- Tal vez sí, pero siento que ya no puedo hacerlo. Está todo atrapado dentro de mí, y los sentimientos se rehúsan a salir.
- Toma, atrévete: sólo déjate llevar.
- Tengo miedo... de que todo se arremoline ante mis ojos; que salgan las lágrimas que permanecieron ahí después del dolor. Tengo miedo de no poder volver a mirarte. Me siento sola, en una vorágine de terribles premoniciones e ilusiones destruidas. Siento que me han quitado el derecho de vivir la vida que había planeado para mí. Me siento cansada de pelear, y eso me da más miedo aún. No quiero escribir... podría, tal vez, dejar todo de mí y no ser capaz de levantarme jamás.
- ¿Qué has pensado?
- En el dolor, en la desesperanza. En una carta que comienzo a escribir, que no tiene punto final, que no acaba nunca, que no dice todo lo que siento. Estoy enmarañada entre mis recuerdos: son confusos y desalentadores. Miro todo a mi alrededor y parece desvanecer, entonces yo pierdo las fuerzas también. Me imagino escribiendo, escribiendo la última carta... Al mismo tiempo se que ya es tarde, tal vez se me han perdido las palabras.
- Necesitas buscar dentro de ti.
- Muy adentro; tengo miedo: está la rabia, la incomprensión, la sonrisa insoportable de esta eterna guerra conmigo misma. Está él, están ellos, estás tú, desvaneciendo, dejándome sin piedad, perdiéndote dentro de mí.
No te vayas, aún no encuentro las palabras.
No te vayas... que aún no sé qué decir.
No te vayas... realmente no sé cómo vivir sin ti.
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